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Ayer se realizo a las 21.30h la cursa de la lluna plena de viladecans. Una carrera de 10 km por la noche muy particular que albergo a 1000 corredores por las calles de Viladecans y la sierra de Miramar, 10 km por la noche. Es el segundo año que corro y es muy divertida, al final de la carrera hay avituallamiento y han un sorteo de material deportivo.

Vaya tupe me pegué ayer, una hora de natación y después la cursa.

http://www.viladecanstv.tv/video/4625
Suena el despertador, son las 6h20' de la mañana. ¡Que mala noche he pasado! Serán los nervios del principiante o será el miedo a no terminar los 750m de natación o será por todos los ánimos recibidos de mis incondicionales: “¿Como? ¡Donde te metes, si no sabes nadar! Si nunca has nadado 750m seguidos! No terminaras si nunca has hecho ninguna transición!” Gracias a todos.

Hago un desayuno potente para no pasar hambre hasta la hora de la prueba. Cojo la bici de carretera, la equipación, miro a ver si está todo correcto y salgo con destino a Gavà.

Llego sobre las 7h30´, aparco el coche y empiezo a colocar los números de dorsal en el casco y la bici. Cuanto más nos acercamos a boxes, más se nota el ambiente “tri”, los nervios de los principiantes y el saber estar de los veteranos, ya preparados y dispuestos para competir. Entro en boxes y dejo la bicicleta y la equipación. Voy a la playa para ver la salida del triatlón Olímpico y al llegar oteo el horizonte y diviso una pequeña mancha naranja: es la boya de los 300 m. ¡Joder que lejos! Veo salir los dos grupos olímpicos y cada vez tengo más ganas de tirarme al agua y acabar con este “pánico” a no terminar la natación.

Me coloco el neopreno sin problemas, tengo bastante práctica. Voy a la playa para ver la salida sprint de las 8.45 y darme un chapuzón en el agua para comprobar la temperatura y mi “superflotabilidad positiva”. No dejo de observar las boyas, cada vez las veo mas lejos, aunque ahora esté en la orilla. Salen los triatletas de las 8.45 y se preparan los de las 9.50 (ya me toca, ya no hay marcha atrás). Me coloco en la salida, (nadie quiere colocarse en primera línea) pego un par de saltos y estiro para relajarme un poco.

-30 sg, y suena la bocina.

Salgo directo y empiezo a nadar. Me pego a uno e intento seguir su ritmo (creo que he empezado demasiado rápido e intento seguir a mi ritmo). Saco la cabeza y solo me quedaban +/- 100 m para llegar a la primera boya. A partir de ahí, empieza mi calvario. Doy un par de brazadas más y ya estaba reventado. Miro para atrás y veo que, no soy el último sino que los demás están igual de reventados y han empezado a nadar a braza. Entonces me permito descansar un par de segundos e intento nadar a braza para no forzarme tanto. Me doy cuenta de que el neopreno de buceo que llevo no sirve para nadar, no avanzo nada! y pienso: “¿donde coño me he metido?” Pero ya no hay marcha atrás, así que sigo nadando a crol. Se me empiezan a cargar los hombros y paro otra vez para coger aire. Nado intentando mantener un ritmo constante cuando me encuentro la primera boya, la toco (¡es real!) y me animo directo hacia la segunda. Empiezo a nadar a espalda para ver si se me relajan un poco los hombros y veo que avanzo más que a crol. Llego a la segunda boya y pienso: “Ya me queda poco,venga tira!”, solo me queda un último esfuerzo y por fin llego a tierra firme. Salgo del agua, me quito la parte superior del neopreno y escucho a lo lejos: “¡Muy bien cariño, no te has ahogado!”, coño, es verdad, salgo vivo. Voy para boxes y al llegar a mi número intento quitarme el neopreno, pero no puedo!, no tengo fuerza. Al cuarto intento, le digo al nº753: “¿me puedes estirar del neopreno, por favor?” (Gracias nº753, sino fuera por ti aún estaría ahí). Así que llevo ya casi 5 minutos perdidos con el neopreno, me pongo las zapatillas, el casco y las gafas, bebo un poco de agua y salgo corriendo con la bici hacia la salida de boxes.

Empiezo la bici a un ritmo suave para ver como reacciono después del agua. Me pego a un grupo y les sigo a rueda (estoy bebiendo en todo momento para no deshidratarme al final de circuito y en la carrera a pie). Empieza la subida a la Sentiu, se me empiezan a cargar los abductores, pero es normal, me pasa siempre. Paso la última rotonda, cambio a plato grande y empiezo a tirar como un loco! Al llegar al paseo de Gava, empiezo a bajar el ritmo por miedo a no terminar la carrera a pie. Las sensaciones con la bicicleta de carretera son muy buenas para ser el segundo día que cogia la una bicicleta de ese tipo. Ahora pienso que podría haber tirado más durante los primeros 12 kms, pero pensé que es mejor terminar la triatlón, ya me marcaré un tiempo para la próxima. Al llegar a boxes me quito el casco antes de llegar a mi número, y un señora “muy simpática (hdp)” me para y no me deja continuar, así que me pongo el casco en la cabeza y sigo mi recorrido hasta el nº754.

La segunda transición pasa muy rápida. Dejo todo bien colocado, me pongo las zapatillas de correr y salgo de boxes. Igual que en la bici, empiezo a un ritmo bajo hasta el 2k5 y pasado los 2k5 aumento el ritmo hasta llegar a la meta. 1h 39’ 40’’.

No es un gran tiempo,lo se, pero estoy contento por las sensaciones experimentadas tanto en la bicicleta como en la carrera, donde podía haber ido un poco más rápido. Con respecto a la natación, me queda mucho por mejorar y mucho trabajo que hacer. Es increíble el ambiente que se vive en un triatlón: el esfuerzo, las caras de sufrimiento, los ánimos del público, las caras de ilusión al cruzar la meta…. Lo importante para mí es haber terminado mi primer triatlón y no desanimarme (aunque lo veo difícil) para que en el próximo triatlón, el de Salou, bajar de 1h 20’00.
Ya va quedando menos para mi primer triatlón y estoy un poco acojonado por la natación. He empezado casi de cero en este deporte ya que hacía por lo menos 18 años que no nadaba y ahora me sorprendo de lo que soy capaz de hacer y de lo mucho que he aprendido en 2 meses, pero aún me queda mucho recorrido para conseguir mejorar.
Ayer fui a probar el neopreno a la playa, me lo coloqué y me tiré al agua. La primera sensación: frio. Comencé a nadar, parando un par de veces para descansar y observar que no me alejaba mucho de la orilla, y así aguanté 30 minutos. Probé a nadar a braza, pero el neopreno, como es de buceo, en vez de dejarme avanzar, me retrocedía, pero tengo mucha flotabilidad positiva! Muy irónico a solo una semana del triatlón.
Salí del agua, me puse las zapatillas de correr y corrí durante 60 minutos al 75 % de RC. Una carrera fácil, a un ritmo constante. Contento por la transición, aunque el ritmo es muy bajo, todavía siento molestias en la tibia, espero que durante el triatlón no aparezcan.
Creo que estoy preparado para el triatlón, quizas no para la natación, pero bueno, lo importante es disfrutar.
Después de salir reventado de trabajar el sábado (si ir a desayunar, comprar la equipación para el triatlón y dar un paseo por la obra se puede llamar trabajar), llego a las 14.30h a casa, me hago un plato de arroz con pechuga de pollo y me echo un rato en el sofá para descansar, no puede faltar mi capitulo de perdidos. A las 16.30h me pongo en pie, con muchas ganas e ilusión, para empezar la rutilla que me había preparado: 30 kms por el parc de Collserola, saliendo en Sant Feliu de Llobregat y llegando a la Creu d’ Olorda y media vuelta otra vez para Sant Feliu, sabiendo que había tramos con inclinaciones superiores al 12 %.

Comienzo la ruta desde el inicio con una subida del 9 % sin tener tiempo para calentar las piernas. El primer kilómetro y medio disfruto del paisaje y pedaleo con constancia y ritmo, aunque la inclinación iba aumentado paulatinamente. A partir de ahí me esperaban tres kilómetros y medio de infarto, con pendientes medias que oscilaban desde un 15 % hasta un 24%, para haberme matado! Pero yo, contento. Aguanté bastante bien el tirón, hasta que peté, y en los últimos 100 metros del tramo de 24% de pendiente me tuve que bajar de la bici y subí andando hasta la “cima”. Creo que hasta me sentí realizado por la gran proeza que había conseguido. A partir de ese momento, cogí la carretera general durante 2 kms y después me adentré en la montaña por un camino intransitable debido al barro, que me provoco algún que otro resbalón. Por suerte, no me caí (menos mal que tengo mí pulsera), así es como disfruto en la bici.
Comencé a coger ritmo y al llegar al km. 11 empecé a bajar, pensado: “llevo 1:15 en la bici y todo lo que baja tiende a subir otra vez”. Olvidé por completo la ley de la gravedad y me mantuve en mi nueva teoría copernicana. Continué rodando hasta llegar al km. 13.38 para ser exactos, me paré, mire para un lado, después al otro, para arriba y al frente y me pregunté: “¿quién coño a puesto esta puta verja aquí? Y aquí es donde se confirma la Ley de Murphy: cuando crees que las cosas van mal, piensa que aún pueden ir mucho peor.
Me encontré que eran las 19:30 horas de la tarde, en medio de la montaña, con una verja que no me dejaba realizar los 10 últimos kms que me faltaban para llegar otra vez a Sant Feliu, cuando me acordé de la madre del que puso la verja, del que la fabricó y de quién pensó que ese era buen sitio para colocarla. Miré el GPS para ver sí podía atajar por algún camino, pero no lo vi nada claro. Di media vuelta y empecé a subir hasta que de repente me di cuenta de que había pinchado (otra vez me acorde en la madre de todo el mundo). Inflé la rueda con la pedazo de bomba que me regalaron en PROBIKE y también me acorde de sus madres. Miré otra vez el GPS en busca del punto de civilización más cercano (parecía el último superviviente). Me inflé de valor (ahí dejo el sarcasmo) y comencé a bajar durante dos kilómetros y medio hasta que encontré un pueblo perdido en medio del Parc de Collserola llamado las Planes de Valvidrera. No sabía ni que existía! Cual fue mi sorpresa que descubrí que tenía hasta Ferrocarriles de la Generalitat.
Finalmente decidí resolver mi situación. Llamé a un amigo, le conté lo que me sucedía, se apiadó de mi y vino a buscarme en coche a la estación de ferrocarril. La conversación fue muy breve ya que no me quedaba casi batería y no quería quedarme tirado en medio de la “nada” sin móvil. Así que cogí el poco dinero suelto que tenía y utilicé una cabina de teléfono público de la estación. Con 1 Euro sólo puedes hablar 35 segundos! Qué ladrones! Al final me gasté 4.50 € en tres llamadas de mierda para decir, si, no, vale, el Peu de Valvidrera y ahora voy.

En fin, una ruta interesante, para volverla a repetir, pero modificándola, eso sin duda. Salí a las 17:00 h y llegue a casa a las 10:30 h, reventado. Gracias Manel.

Si no sabes dónde vas, al menos debes saber de dónde vienes. Proverbio